Los poemas, los mejores, siempre albergan un resto que ninguna lectura puede resolver. Es por eso, además, que los versos que terminan gustándonos y con los que finalmente nos quedamos no los entendemos del todo
Mario Montalbetti
De niño, yo atesoraba lo que no entendía, lo que quedaba sin explicación, la gema rara que brillaba en medio de la granja trivial de lo claro y sabido
César Aira
al final
todos queremos
que nos expliquen
el poema
no nos basta
con la interpretación
personal
queremos saber
si tiene
un sentido único
universal
intentar comprender
el texto
en todas sus dimensiones
acabarlo
por eso
es que llegamos a él
a través
del intelecto
razón
en vez del sentimiento
como tantas veces
nos enseñaron
*
pero el poema
no se deja entender
o
la interpretación aparente
no es la única válida
el poema siempre
se quiere escapar
del sentido
que le damos
Los versos que entendemos completamente nos decepcionan. Los versos, que el poema somete para hacerlos expresar un contenido unitario, se rebelan. Los versos que apreciamos, los versos con los que nos deleitamos, aquellos con los que a fin de cuentas nos quedamos, contienen siempre un resto indomesticado. Y no porque sea uno de esos versos metafísicos mayores: yo mantengo conmigo, por ejemplo, este verso de Roger Santiváñez: “Muchachas palteadas por las puras”. Y lo mantengo porque lo entiendo a medias, porque tiene un resto que no logro cerrar y que por ello mismo se mantiene vivo, reacio a la servidumbre de un significado impuesto desde afuera
Mario Montalbetti
Un poema no es un sudoku. El poema persiste luego de cualquier interpretación. La interpretación solamente debe cuidar la tensión de la cuerda entre la materialidad de la obra y el resto innombrable. Una interpretación solamente de banal no hará sino destensar la cuerda; una interpretación excesiva no hará sino destruir la cuerda. En ambos casos, la obra en cuestión persistirá, pero la cuerda, cuya tensión es la que genera algo que nos atrevemos a llamar belleza, se habrá perdido inexorablemente
Mario Montalbetti
Solamente seduce aquello que no significa nada. Los motivos paradigmáticos de la seducción siguen exactamente estas líneas: una mirada, un perfume, el movimiento de un animal son capaces de seducir solamente en su a-significatividad
Mario Montalbetti