estábamos
en el patio
de la casa
de Concón
de tu abuela
buscando
el último Sol
de mayo
tirados
sobre el pasto
cada uno
leyendo
sus libros
ahí aproveché
de terminar
el poema
sobre
Chantal Maillard
y el río
Ganges
–bueno, puede
que no haya sido
el Ganges
pero sí
otro de la India–
la manta
evitaba
que nos heláramos
el trasero
atardecía
y la sombra
nos corría
de sitio
los árboles
silbaban
era el momento
de entrar
***
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