El racismo parte por validar el estereotipo aspiracional de belleza o clase –que algunas religiones, incluso, promueven— de hombre o mujer de tez blanca, pelo claro o rubio, ojos de color y ojalá alto.
El racismo parte por identificar una clase social con una etnia, color de piel, color de pelo o tipo de pelo.
El racismo parte por asociar a delincuentes con una raza determinada.
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