Dije que escribiría sobre el Té.
Bueno nuevamente lo hago.
Es que amo el té, no lo puedo dejar. Es una pasión, es un amor, así como el tango para algunos, el té es mi gran y de por vida pasión.
Me relaja, me cobija. Hace de pecho de madre...
Me embriagare de Luna, hace poco hubo Luna Llena, ustedes entienden mi estado Licántropo.
He dejado el alcohol definitivamente, aunque reconozco mi cariño por la chela de la memoria, y espero no volver a tomar nunca más en mi vida. He ganado mucho con esto. Solo he perdido banalidad, blasfemias y cobardía. Me siento bien ahora... creo que he vencido a fantasmas de los genes. Un poco como vencer a tu destino, recordemos a Neo en la Matrix cuando él hacia lo que se disponía. No me quiero comparar a Neo, aunque lo hago, no crean que mi ego es estelar, pero es que es para intentar hacerme entender. El aburrimiento abunda en mi vida, así como en la de todos y si dejásemos de tomar. La entretención esta incluida en la sorpresa, fuera de toda cotidianidad. La televisión es entretención basura, ninguna experiencia verdadera, pura virtualidad, así como novios por la internerd. Me canso de ser el mismo, busco reinventarme, no es fácil, hay que superarse.
Tomaba té sentado en una banca, miraba a la gente pasar, a mi lado me esperaba un libro, al otro el cuidado de mi mochila. Antes de leer escribí esto:
Llorando en un parque
toda la gente me ve,
me siento alegre.
Alegre quizás
de que no me avergüence
mi tristeza.
El té estaba rico, paulatinamente pero más rápido de lo que esperaba me relaje, seguí mirando a la gente y luego me zambullí en el libro.
La soledad, la lluvia, los caminos.
Creo que todos los escritores, escribimos sobre la soledad. Talvez intentemos vencerla en el acto de escribir, aunque para lograr escribir necesitamos de soledad. En todos los textos se asoma la soledad, a veces esta más escondida, pero sí buscamos bien, sabemos de ante mano que la encontraremos. La soledad acompaña al hombre, a veces creemos que la hemos perdido, es cuando nos sentimos mejor, pero esta siempre ahí esperando. Talvez nosotros los escritores somos quienes más convivimos con ella, quienes más la sentimos, quienes más la respetamos.
Caminaba por la calle con mi termo entre las manos, mientras daba sorbos a mí té. Entre a una feria artesanal y al salir escribí esto:
He paseado solo por el centro
Me he sentido bien
Llegando a casa
me he entristecido.
En la micro lo termine. El té ya se había acabado. De inmediato me sumergí en la lectura. El té ya se había acabado.
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