En dos ocasiones estuve enfermo largamente, meses en cama, aburrido sin nada que hacer, fue en mi niñez y en mi adolescencia.
La primera vez como a los 10 años, la segunda como a los 13.
I
La primera vez fue Hepatitis la que me tuvo en cama como por 3 meses, y cada 15 días debía ir la clínica a sacarme una muestra de sangre y ver si ya me había recuperado. Algunos están 2 semanas no mas en cama, yo en cambio, como dije, como por los 3 meses. Y así me las pase, aburrido todo el día en la cama, con un pijama de uniforme. No recuerdo si podía ir al baño o no, pero lo cierto sí era que llevar el mismo traje y estar en las mismas sabanas tanto tiempo, no crea un bonito olor y además todo se impregna de un recalentado sudor.
Me la pasaba viendo televisión, aburrido también de la misma rutina. Me despertaba muy temprano por la mañana, cuando escuchaba a mis padres levantarse para ir al trabajo. En esos momentos dormitaba y veía a medio párpado salir el sol por la ventana. En esos tiempos se escuchaban algunos gallos, de la chacra vecina, cosas que pasan por vivir en la periferia. Más tarde me re-despertaba mi nana con el desayuno en la cama. Abría enteramente los ojos, probaba el primer bocado, encendía la televisión con pereza, a un volumen más que moderado y comenzaba ahí mi día de vigilia.
Comenzaba con él matinal “Buenos días a todos” y los gritos de el verdulero con su camión ambulante, o sino era él, del gasfiter paseándose en su bicicleta por la calle principal de mi barrio. Más tarde escuchaba gritos que decían cosas así como: “Repuestos para la enceradora” con un timbre muy particular.
Y así me las pasaba en la cama aburrido, ni siquiera conversando conmigo mismo, porque a esa edad, lo que más quiere uno es salir a jugar y no perder el tiempo en pensamientos. Pero como me sobrara el tiempo, y me hacia falta un cuerpo sano, no sabia que hacer. Así fue como por la negación de salir de la cama, veía en los momentos donde iba al baño, una oportunidad para levantarme y –con nostalgia- volver a poner los pies en el piso y caminar al baño como si fuese el niño de mi pasado o solamente un niño sano.
En cama, sin caminar, días, semanas, meses; Aburritiempo, no sabia en que gastar mi tiempo, quería puro salir, caminar, correr. Meses encarcelado en las 4 paredes de mi pieza, sin salir, ni siquiera moverme.
¿La Televisión, mi única entretención?, no lo sé, pero más que acompañarme de una forma inerte, yo me aferraba a ella para poder salir tras ella, de mi pieza. Me aburría igual, pero por lo menos me mostraba el mundo exterior. Podía mirar la vida desde mi pieza (des)consoladoramente.
Pocas veces tuve visitas, normalmente eran mis abuelos el día domingo, otras veces algunos compañeros del colegio acompañados de sus papás. Y no recuerdo haber recibido visitas de algún amigo del barrio. Es raro sentir la soledad a esa edad, es que la enfermedad te congela la vida, te hace no vivir realmente y mal prepararte para tu reinserción a la cotidianidad, la enfermedad te paraliza también tu madurez social, y sales perdido en la vida cuando al fin te logras recuperar. La soledad me abrazo de muy pequeño, cuando yo no entendía nada, hizo crecer en mi el germen existencialista que hoy vivo con una pena de la nostalgia inconsciente para mí. Yo no lo entendía, pero ahora en el recuerdo, duele.
1 comentario:
Guajajajajaja..
Wn, por mi casa pasa el viejo de la enceradora (será porque somos vecinos) y me causó mucha gracia que voh lo cachí también..
Yo, tras años de oido atento logré decifrar lo que dice: "cambio la escobila para la enceradora", pero en verdad se escucha algo así: "cambila cobilla prale e-N-ssseradoreeeee"..
Jajajaja..
Saludos..
Chango..
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