viernes, diciembre 03, 2004

Tagadá

Los Mejores momentos de mi vida posiblemente los he pasado dentro de un Tagadá, es que es un juego, una maquina que me apasiona profundamente. Para mi el Tagadá lo tiene todo, o mas bien no todo, sino que justamente lo que necesita para funcionar maravillosamente.

Todo comienza desde afuera, ya se puede ver desde lejos ese efecto espectáculo que hace reunir a bastante gente alrededor y en mira de lo que ocurre en el tagadá, todo eso ya empieza a poner los pelos de punta cuando uno toma ya la valentía de ponerse en la cola para la entrada de la misma.

Uno ansioso ve pasar grupo a grupo a las victimas de este placer, luego mirando a la fila a ver quienes -supuestamente- serán los compañeros de esta sesión. Alistándose, entrando en Ritmo, marcando el paso de la fuerte música que juega de anfitriona en esta ocasión. Perdiéndose luego en el Inconsciente, uno ya imaginándose arriba pasándolo todo lo bien que se puede pasar a momento que te interrumpen el sueño y ves la gente de delante de uno caminar ya hacia la infraestructura del delirio, y de una despabilada rápida ya tienes que elegir donde sentarte, para luego desde ahí disfrutar.

Te sientas y ves llegar velozmente casi corriendo, a todos los que te acompañaran ahí en ese viaje mágico de pura felicidad. Esperas sentado, acomodando piernas y brazos para estar listo para Gloria Treviarse, mientras en esa misma acción, le miras la cara y movimiento a los que están de frente, nos reímos para adentro de forma cómplice y a la vez de presagio del futuro, mirando a nuestro similar de enfrente, como de un estallido de luces escuchas esa música tan fuerte y pura que completa el lugar, y como de acto seguido tu tierra firme se vuelve un temblor de que no deja a nadie de pie, y así comienza de sacudida en sacudida al ritmo de esa música contagiosa que se asemeja al sudor del cuerpo, por que cubre todo y parece estar en uno, nos dejamos fluir y nos aprovechamos de su movimiento para ir creando desde esto y más, nuestra fiesta arriba de esta cuestión.

Te sube, te baja, para la derecha, para la izquierda, hacia delante, hacia atrás, ... como torbellino, como cuchara en taza, como choque, como pizza en el cielo, ... ¿quien sabe como el tagadá te tratara, eso es lo bonito de este juego. Siempre la experiencia de subirse a un nuevo tagadá, es como de sentirse en el living de la casa, pues siempre se siente familiar; como algo nuestro. Siempre encuentras algo de ti en ese ambiente.
Es como la casa de un familiar cercano, pues ir y hacer lo que quieras, luego te vas y ya esta.

Es esa magia irrepetible de momento especial donde los componentes se unen para formar un todo redondo, sin falla. Es también como esas cosas que en la vida es imposible que te fallen, que aunque sientas todas las malas ondas del mundo, puedes notar a la maquina ahí contigo para darte todo lo que ella vino a la vida a hacer; entregar pura y santa Felicidad. Bendecidos sean los Tagadá.

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