lunes, abril 16, 2007

Danza Macabra

Este fin de semana, mi polola, me invitó al Cumpleaños de una muy buena amiga suya. Nosotros que no teníamos más panorama, ni yo para hacerme el pesado; acepté y asistimos.

Existe una enormidad de detalles que pudiese contar, el tema que quiero enfocar, es de este modo:

Como en una fiesta regular de Cumpleaños de estos tiempos, la música que se pone para bailar es el Reggaeton.
No sé cuándo, ni porqué, cuando apareció esta nueva moda musical, yo decidí no bailarlo como casi mandamiento religioso; inquebrantable.
Habrá sido la vulgaridad de sus letras, lo elemental de sus bases o lo “inmoral” de su baile, la cosa es que a mí me encanta la música y este nuevo estilo no lo acepto, además no me sentiré cómodo bailándolo, siendo tan lejano a mi esencia.

Y fue justamente esto ultimo, lo que contaré ahora.
La fiesta se desenvolvía bien, aunque no conocía más gente que mi polola, y faltaban personas para rellenar las baldosas del patio. La radio sonaba fuerte y el Reggaeton era lo que salía de ella.
Yo ya empezaba a darme cuenta, que una esfera me cubriría, si la cosa siguiese así, hasta el final. También pronosticaba que pudiesen tildarme de fome y de anti-social.

Mi pareja bailaba más allá con sus amigas, mientras yo me quedaba sentado solo mirándolas y a los demás, mientras caía de pronto en el vértigo de la reflexión, y mi isla se alejaba cada vez más, izando bandera de independencia.
Mi pareja iba de vez en cuando hasta donde me encontraba, y yo la miraba con cara de decirle: “Discúlpame, pero es que mi religión no me deja bailar esta payasada, no puedo...” Ella me acompañaba un rato, luego se iba y yo volvía al estado en el cual me encontraba.

Hace tiempo que no sentía esa sensación de querer escapar, teletransportándome en una velocidad instantánea hasta mi cama y taparme con las sabanas hasta arriba e intentar cerrar los ojos y dormir en sueños alegres.

Dejo en claro que mi polola no tiene culpa de haberme yo sentido así, sino que fui yo mismo y mi negativa religiosa a estar presente en todas las partes de la fiesta, especialmente en ésta, la primordial; la del baile.


Y para cerrar retrato dos hechos pasado.
Recuerdo la imagen donde me veo como de 9 años en mi primera fiesta bailable y la amiga que me llevó, me dice aisladamente, solo para mí, como concejo, que pare de comer, o que sino me tildaran de “comilón” y que mejor vaya a bailar.

El otro ocurre años después, en donde me veo sentado solo o casi solo en el sofá del living de la casa, donde se lleva la fiesta, sin poder levantarme a invitar a una chica a bailar, buscando la forma de hacerlo y en ello se me va la fiesta y termino sin haber bailado. Y con mis padres pasándome a buscar.

domingo, abril 08, 2007

Cara de Payaso

Vengo llegando de un carrete en La Pintana.
Bailé un poco y aprendí otro tanto.

La mamá del dueño de casa, nos habló sobre varios temas que piensa a menudo.
Parto por lo superficial, esta señora al igual que su hijo, -mi amigo-, tiene los ojos claros. Dice no manejar el inglés y no entender cuando a ella la tratan de caucásica.

Entre los temas que importan, hablamos de lo decadente que es el consumo de Pasta-Base, y como por culpa de ésta, la juventud en la periferia le resulta mucho más difícil surgir, por que cuando se cae en está droga es “imposible” salir, no deja escape, dejando dependientes a los caídos.

Nos contaba esta señora también, que había vuelto a estudiar, que volvía a 1ero medio, a terminar el colegio. Que antes no le resultaba fácil asumir frente al resto que no había terminado sus estudios, pero ahora que lo volvía a intentar y se daba cuenta que lo podía hacer, pesé a que siempre pensó que no, adquirió valor y reforzó una seguridad en si misma, para así cerrar el circulo que por mucho tiempo dejó abierto.

El carrete de ayer/ fue mucho más/ qué conversar/ con la madre de mi amigo.

Pero es esto// lo/ que/ les// quería/ contar.