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miércoles, julio 29, 2009
miércoles, julio 22, 2009
Estamos no pertenecemos / al país donde estamos
[este texto inspiró el poema anterior]
Don Armando, en varios de sus textos habla del criollo y en su libro Las Críticas de Chile (1999) se refiere a las “ilusiones criollas que se han muerto”. ¿Podría contarnos qué entiende usted por el criollo y por los valores o sueños que él tiene?
Eso me obliga a hacer una rememoración histórica, pero que es necesaria. La población chilena, la que se puede llamar chilena desde el siglo XVI, comienza a través del mestizaje entre los europeos que llegaron, españoles principalmente, y los autóctonos de Chile; mestizaje que se va multiplicando con el paso de los años. Hay que entender que la gran mayoría de la población chilena es una población descendiente de mestizos; criollos, porque el nombre “criollo” se da justamente a los nacidos en Chile como consecuencia de tal mestizaje.
En los siglos XVIII, XIX, XX continuó la inmigración de extranjeros al territorio chileno, en su mayoría españoles que provenían de las provincias vascas; inmigración muy grande si uno la compara con otras migraciones anteriores. Esos vizcaínos, por llamarlos así, que erróneamente Encina llamó “aristocracia castellano vasca”, pasaron a ser principales en los grupos dirigentes de la oligarquía chilena desde
En el siglo XIX se producen otras inmigraciones de personas de distintos países, incluyendo tanto a los ingleses que venían individualmente o con familia, como a los alemanes que llegaron a las regiones menos pobladas del sur de Chile, incentivados por el estado chileno, a través de Vicente Pérez Rosales. Todo este preámbulo es para llegar a una situación completamente distinta que es la actual, completamente distinta incluso a la que había sido históricamente en Chile. Y es que creo que en los últimos 40 ó 50 años, y muy marcadamente en los últimos
Esto puede ser mirado como xenofobia, pero realmente no lo es. Lo que ocurre es que las personas de primera y segunda generación extranjera no se asimilan a los valores, a las maneras de ser, de vivir y de contemplar la historia de la mayoría del pueblo donde se instala. Le señalo que incluso la señora Bachelet es de segunda generación por la madre y al menos de tercera por el padre. También muchos de los ministros y sus secretarios lo son, por uno o por ambos lados. Basta con ver los apellidos, es una cosa muy sencilla. Claro que hay excepciones, pero lo otro que no tienen los inmigrantes de primera y segunda generación es un conocimiento efectivo de la historia del país, no les importa, no es a eso que llegaron esos inmigrantes. Vinieron a hacerse
[una de las preguntas en la entrevista a Armando Uribe Arce en la revista 2010]