martes, enero 22, 2008

Biblio-teca-Teca-Teka!

Cuando jugaba Tenis de Mesa –o Ping Pong-, recuerdo que me compré todos los implementos, creyendo que así podría ser mejor. Todo influenciado por mi padre, que en esa época tenia dinero y lo gastaba conmigo en todo lo que tuviera que ver con nuestro deporte. Así tuve el traje completo de Tenista de Mesa, comenzando por las zapatillas especiales –todo competidor las poseía-, los shortsítos de marca paletera y su camisa de la misma marca. Mi paleta llegó a costar cerca de 60 mil pesos; el solo madero ya costaba 25mil y cada goma 16mil. También tuve tarros de pegamento para paletas –las paletas profesionales se pegan y despegan intercambiando gomas y dándoles más velocidad en cada pegada--, espátula quita distribuidor de pegamento para la superficie del madero, pelotas medianamente caras: 3 por mil pesos y lo más raro: rodillo para aplanar las gomas sobre el madero al pegar. Harto dinero se fue ahí, aparte de que también tuvimos otras paletas y gomas, antes de llegar a la definitiva. Todavía me quedan gomas en mi casa, las podría vender, se vendían estando usadas, mientras no perdieran el efecto y se mantuvieran bien.

Una de las tantas veces que hicieron campeonato de mi deporte en el colegio, a mi se me ocurrió ir vestido de “Tenista de mesa”. Gracias a eso el mejor del colegio se reía de mí en mi cara y no podía creer lo que veía, ni yo de tener tan poca sutileza y caer en tan bajo en mi propia vergüenza.
En el campeonato no me fue tan mal, pero si me fue mal en lo anímico, ya que mi moral se deslizó como un paño por el suelo.

Hago la comparación de comprarme todos los implementos deportivos creyendo que me ayudaría de mucho, cuando no. Cuando la técnica tiene que relucir y esforzarse en condiciones menos “ayudadas” para hacerse fuerte y poderosa. Por eso tener las mejores “ayudas” no me sirvió para mejorar, sino que me dejó flojo de entusiasmo, para culpar a mi paleta en mis errores del partido.
Ahora sí, la comparación va a que yo ahora interesado casi exclusivamente en la poesía me he estado haciendo una biblioteca que crece a pasos de robot y he consumido en ella todo el capital que he ahorrado de no tomar alcohol, y he hecho de ella un respaldo emocional a mis carencias escritúrales. Creí que ella me ayudaría a escribir mejor, cuando lo cierto es que poco a poco me aboco más a ella y no tanto a escribir como lo hacía antes.
Cosa que se supone que más me gusta y libera, cosa que hago ahora al escribir esto. La vida siempre le ganará a la literatura. Literatura sucedáneo de vida, en el peor de los casos.